Es uno de los dramas más trágicos y ocultos del siglo XX, pero ahora —medio siglo después— el libro de un historiador militar británico logró que muchas mujeres alemanas hablaran de él: los horrores vividos a manos de soldados soviéticos, que perpetraron violaciones en Alemania desde 1945 hasta 1949.
La odisea de estas mujeres salió a la luz gracias a Anthony Beevor, cuyo libro Berlín: The Downfall, 1945 (Berlín: La caída, 1945)se convirtió en suceso.
En su best-séller, Beevor —un ex soldado británico— usa material inédito de los archivos rusos de Moscú y describe el terrible sufrimiento de unas dos millones de mujeres y niñas alemanas.
Entre las víctimas hubo mujeres que llegaron a ser figuras destacadas. Por ejemplo, Hannelore Kohl, esposa del ex canciller Helmut Kohl. La señora Kohl (se suicidó en 2001) fue violada a los doce años, cuando ella y su mamá no pudieron escapar en un tren que iba a Dresden.
El libro de Beevor tuvo una conmovedora recepción de las víctimas, muchas de las cuales viven en Gran Bretaña.
"Me habían ordenado enterrar a unos muchachos de la Juventud Hitleriana cuando ellos me encontraron", dice Martha Dowsey. "Seis soldados del Ejército Rojo con las caras tiznadas me tiraron al suelo junto a las tumbas y me violaron, uno tras otro". La mujer tiene ahora 81 años. Durante décadas, nunca había encontrado a nadie que creyera lo que le tocó vivir. Por años, se consideró que el Ejército Rojo era un grupo de héroes que había liberado a Alemania de los nazis.
Para Martha no fue así. "Eran agresivos, brutales. Nunca les conté esto a mis hijos; y mi esposo sólo supo que me había pasado algo horrible. Tuvo la delicadeza de no preguntar", dice en su casa de un barrio del sur de Londres.
Hace muy poco que Martha se armó de valor y habló. Y fue gracias al libro de Beevor. Las víctimas —a quienes Beevor señala que los rusos consideraban "botín de guerra" con el que compensar los crímenes de la Wehrmacht en Rusia— iban de los 12 a los 80 años de edad o más.
Una mujer alemana —Jutte, de Preston— le escribió a Beevor: "Muchas veces quise hablar de eso, pero sabía que nadie me creería o que interpretarían mi historia como un rapto de autocompasión. Lo que usted escribió es una forma de mostrar cómo se puede soportar el sufrimiento."
Una mujer a la que Beevor visitó en Berlín le contó que había matado a un soldado con su arma mientras él trataba de violar a su mamá. "Después —dice Beevor— me di cuenta de que el soldado la había violado a ella y que ella luego había armado la historia y trataba desesperadamente de creerla."
En sus cartas, las mujeres confirmaron lo que describe Beevor en el libro en el sentido de que, para evitar correr la misma suerte que sus vecinas, muchas mataron a sus hijas y luego se suicidaron.
Para fines de la década de 1940 —las violaciones se sucedieron durante tres años o más— las tropas soviéticas habían sembrado desesperación. Según algunos informes, el 90% de las mujeres berlinesas había contraído enfermedades venéreas. Beevor cita declaraciones de un médico que le dijo que, de las aproximadamente 100.000 mujeres violadas en Berlín, un 10% murió, la mayoría por suicidios. La tasa de mortalidad del casi millón y medio de mujeres violadas en el este de Prusia, Pomerania y Silesia, dice, es más elevada.
En el caso de las embarazadas, se estima que el 90% abortó. Las que optaron por seguir con el embarazo, dieron al bebé en adopción porque no soportaban la vergüenza. En 1946, el 3,7% de los niños nacidos en Berlín eran hijos de rusos.
Helke Sander, militante izquierdista alemana y autora de Liberador y liberado, una extensa investigación sobre las mujeres violadas que realizó en 1992, asegura que todavía se sienten las consecuencias.
"Hay mujeres que nunca pudieron hablar de esto y cuyos maridos se los prohíben. También están sus hijos, que ahora descubren que son producto de una violación. Finalmente, están los que tratan de averiguar la identidad de sus padres".
También están sus hijos, que ahora descubren que son producto de una violación. Finalmente, están los que tratan de averiguar la identidad de sus padres".el millón y medio de mujeres violadas en el este de Prusia, Pomerania y Silesia, dice, es más elevada.
En el caso de las embarazadas, se estima que el 90% abortó. Las que optaron por seguir con el embarazo, dieron al bebé en adopción porque no soportaban la vergüenza. En 1946, el 3,7% de los niños nacidos en Berlín eran hijos de rusos.
Helke Sander, militante izquierdista alemana y autora de Liberador y liberado, una extensa investigación sobre las mujeres violadas que realizó en 1992, asegura que todavía se sienten las consecuencias.
"Hay mujeres que nunca pudieron hablar de esto y cuyos maridos se los prohíben. También están sus hijos, que ahora descubren que son producto de una violación. Finalmente, están los que tratan de averiguar la identidad de sus padres".
Berlín: La caída, 1945, despertó indignación en Rusia. El embajador ruso en Gran Bretaña lo calificó de "acto de blasfemia". El libro desató una tormenta. El diario Die Welt dijo que es "un golpe épico" que revela "una crónica desconocida de las atrocidades cometidas cuando el Ejército Rojo avanzó hacia Berlín".
Luego del revuelo que el libro provocó en Rusia, Beevor está preparado para la posibilidad de que haya un incidente diplomático entre Berlín y Moscú. "Es un tema muy delicado, y el gobierno alemán se muestra renuente a desenterrarlo por temor a perjudicar la nueva relación que estableció con Putin y el Kremlin", dice.
También llegará al mercado alemán en momentos en que ese país se encuentra inmerso en un debate sobre la "normalización", mediante el cual trata de abordar su historia de manera más amplia. Die Welt señala que después de "medio siglo de frío interior" durante el cual Alemania trató de reflexionar y expiar su pasado nazi pero prestó muy poca consideración a las penurias que vivieron sus ciudadanos, el libro de Beevor demuestra que, para seguir adelante, los alemanes tienen que evaluar no sólo su papel de verdugos, sino también el de víctimas.
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