jueves, 26 de julio de 2012

Evita: Del mito a la figura política.

"Que haya una sola clase de hombres, los que trabajan. Que sean todos para uno y uno para todos. Que no exista ningún otro privilegio que el de los niños. Que nadie se sienta más de lo que es ni menos de lo que puede ser. Que los gobiernos de las naciones hagan lo que los pueblos quieran. Que cada día los hombres sean menos pobres y que todos seamos artífices del destino común". Desde su lecho de enferma, Eva Perón grabó por radio el que sería su último discurso de Navidad, el verano de 1951. Sus palabras quedarían grabadas en la memoria colectiva de los argentinos.

Sesenta años después de su muerte trágica y prematura, el mito de 'Evita' sigue más vivo que nunca. Amada y odiada, porque ella nunca inspiró grises, se ha convertido en un referente para la izquierda argentina, para el peronismo y para todas las mujeres que se lanzan a la arena política, incluyendo a Cristina Fernández de Kirchner, que se acostumbró a aparecer públicamente con una imagen suya como trasfondo.

Los mitos nacen del cariño del pueblo y llevan a la exaltación, pero también arrojan sombras: "La mistificación construye un icono sin profundizar en el personaje", explica el historiador Felipe Pigna. Por eso el autor de 'Los mitos de la historia argentina' sintió la necesidad de escribir 'Jirones de su vida', una biografía sobre María Eva Duarte de Perón que acaba de llegar a las librerías argentinas.

Pigna cree que "se la ha ninguneado" al dibujarla como un apéndice de Perón, y ha querido abordar su figura "como personaje histórico, y no como una caricatura o un personaje folclórico". Porque, advierte el historiador, 'Evita' incomodaba por su discurso revolucionario, no por sus vestidos. Porque fue "un personaje político disruptivo, que colocó por primera vez y para siempre dos temas en la agenda política: el papel de la mujer en la política y la cuestión social". Nada menos.

Hija ilegítima, estigmatizada por ello en su infancia, nació en el seno de una familia pobre de la provincia de Buenos Aires y desde muy joven se rebeló ante la injusticia social. Ese origen popular no gustó a la alta sociedad de la época, pero, como recuerda Pigna, no fue eso lo que le granjeó la inquina de la Iglesia católica y las oligarquías: fueron sus ideas revolucionarias y, sobre todo, su labor al frente de la Fundación 'Evita', desde la que consiguió más en cuatro años de lo que habían logrado en décadas las corruptas instituciones católicas de beneficencia que controlaban las señoras de alta alcurnia.

Su enfermedad y temprana muerte en 1952, hace este jueves 60 años, en plena gloria política, sólo hizo crecer una figura cargada de poder simbólico, la luchadora hecha a sí misma, la chica pobre de provincias que quiso ser actriz. El secuestro de su cadáver, que pasó 14 años deambulando de un lugar para otro, sólo aumentó la dimensión de ese mito. Los enemigos de Perón, los mismos que en 1951 habían dirigido un golpe de Estado contra la figura de 'Evita', bombardearon el lugar donde ella murió para impedir que se convirtiera en un lugar de peregrinaje, y llegaron a prohibir por decreto que se mencionasen los nombres de Eva y Juan Domingo Perón. "No lo consiguieron: se convirtió en una bandera de resistencia", sintetiza Pigna.

 

El viaje a España

La biografía narra episodios como el viaje a la España franquista en 1947, el mismo año en que las mujeres argentinas vieron reconocido su derecho al voto. 'Evita' relató que se había enamorado del pueblo español, que la recibió con cariño y agradecimiento por la ayuda que el país prestaba a la España hambrienta de la posguerra. Del encuentro con el dictador y su esposa, Carmen Polo, habló 'Evita' con más desagrado. Cuenta Pigna que "hubo capítulos de venganza, como cuando se llevó a Carmen Polo a visitar los barrios pobres, o cuando, en la visita al Escorial, ella comentó que aquel lugar inmenso se podría hacer un fantástico asilo para niños huérfanos". Disfrutaba incomodando a sus anfitriones, como en aquellos discursos en los que hablaba de los derechos de los trabajadores.

Porque, en Argentina, 'Evita' se había convertido ya en el puente entre el general Perón y la clase obrera. Y eso llegó a incomodar al propio general, quien en las entrevistas que concedió en el exilio "le otorgaba mucha importancia a la idea de que fue él quien inventó a 'Evita' como personaje político", en palabras de Pigna. Pero "si bien es cierto que 'Evita' existe políticamente gracias a Perón, mientras que Perón habría existido sin 'Evita', el general ocultaba una parte de la verdad: él lanzó a 'Evita', pero su ascensión fue insospechada inclusive para él". La primera dama llegó a controlar dos de las tres ramas del peronismo, la femenina y la sindical (la tercera sería el partido). Y llevó al peronismo a la izquierda.

 

Pero, ¿qué es el peronismo?

El peronismo, esa palabra. Para la mayoría de los extranjeros que visitan Argentina, sigue siendo un misterio. Pigna intenta desentrañarlo, y comienza por pedir respeto: "Parece existir una cierta pereza entre los intelectuales europeos, que les lleva a calificar todos los movimientos políticos latinoamericanos bajo la etiqueta vaga y fácil de populismos", apunta el historiador, e insta a mirar lo que está pasando en los países europeos, y con sus líderes políticos, antes de criticar a los latinoamericanos: "Deberían comprarse un espejito".

El reconocido historiador resume el peronismo como "un movimiento político que económicamente se encuadra en el keynesianismo: plantea un Estado fuerte y muy presente en sectores estratégicos, como los servicios y los combustibles, y, desde un claro entendimiento de las reglas del capitalismo, defiende que los trabajadores deben ganar más y tener acceso al consumo". Es también "un movimiento ecléctico, que toma elementos de la izquierda, el centro y la derecha", pero con una limitación importante: la decisiva influencia del movimiento obrero y el sindicalismo, que dirige el peronismo a la senda de la redistribución de la riqueza.

Fuente: elmundo.es


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