Así es como podría ser resumida la filosofía, concreta y pulsante, de la comunidad zentropista.
Reír, porque el humor y la ironía son fuerzas incomparables que calientan las almas y los cuerpos cansados por las miserias cotidianas, por los disgustos permanentes, la rabia innumerable y las demasiado numerosas heridas.
Creer, porque todo es vano al estar fuera del sometimiento de un verbo transcendente, necesitamos de una iglesia que reúna espíritus y corazones, una cruz que guie a un pueblo.
Combatir, porque renunciar es el peor de los crímenes, nada se gana ni se mantiene sin la tensión y el ardor de la lucha; porque los lazos verdaderos nacen de compromisos firmes y serios, no circunstanciales; porque no hay vida sin acción y aquel que opta por no luchar no es más que un cadáver andante.
Reír, Creer, Combatir. Hasta el último aliento de vida.
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