lunes, 12 de diciembre de 2011

Don Pelayo.


La figura de don Pelayo está rodeada de un halo legendario que dota al personaje de gran atractivo. Los especialistas ponen en duda que se tratara de un miembro de la familia real, situándole más bien en el cargo de espatario de don Rodrigo o alguien vinculado a los círculos de poder de la comarca del Sella.

Ante el cada vez más amenazante avance musulmán, un buen número de nobles y eclesiásticos vinculados al último rey visigodo buscó refugio en los montes de los Picos de Europa y en el valle del Sella. Las crónicas hablan de una reunión tribal celebrada en el año 718 en la que Pelayo consigue que se alcance un acuerdo entre su grupo nobiliario y los astures para orientar la tradicional hostilidad de los montañeses contra los musulmanes.

Si bien en un primer momento estas acciones no tuvieron ninguna repercusión respecto al gobernador andalusí, en el año 722 el gobernador Anbasa envía contra los rebeldes una expedición de castigo dirigida por Alqama. Las tropas islámicas no serían tan numerosas como narran las crónicas cristianas -que las cifran en unos 50.000 hombres-, saliendo mejor paradas de los primeros choques.

Esta inicial victoria musulmana motivaría la retirada de los rebeldes a los desfiladeros de los Picos de Europa donde tendrá lugar la famosa batalla de Covadonga (722) en la que -de nuevo según las crónicas cristianas- intervino la Virgen María en ayuda de sus devotos. Esta es la razón por la que años más tarde se levantaría el santuario mariano de Covadonga.

La primera victoria motivó que el gobernador árabe de Gijón se retirara, permitiendo que Pelayo y sus fieles fueran ganando terreno y controlando parte del territorio astur. Tras una nueva victoria en Olalíes -la actual Proaza- Pelayo se asentó en Cangas de Onís, cambiando las montañas por el valle, y fomentó un proceso de cristianización de los astures. Poco más sabemos de los rebeldes, quienes para las autoridades islámicas no tenían importancia, aludiendo a ellos como "treinta asnos salvajes". Debemos advertir que Pelayo nunca se consideró rey por lo que este honor quedaría reservado para su yerno Alfonso I.

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